martes, 12 de mayo de 2015

Este Blog tratará de todo el mundo de la música metal, sobre esto hablaremos sobre información de conciertos de grupos de dicho género, además de criticas, futuros proyectos de estos grupos etc...

Nuestra primera publicación será sobre una crítica sobre el último disco de estudio de Dream Theater hasta el momento, llamado Dream Theater espero que os guste:



Cada vez que los neoyorkinos Dream Theater sacan un nuevo trabajo, la expectación es máxima, pero esta vez la cosa aun tomaba mayores dimensiones pues había dos dudas por resolver. La primera era saber cómo respondería el maestro de las baquetas Mike Mangini, ahora que ya andaba más acoplado al resto de la banda, en un disco donde era partícipe de la composición desde el inicio de su creación. Y la segunda era ver si Dream Theater eran capaces de sacar una obra magna sin el gran Mike Portnoy en sus filas, pues bien es sabido por todos que Portnoy no era simplemente un batería al uso, si no que junto a Petrucci era el principal responsable de la composición.
El hecho de titular el disco con el nombre de la banda, ya daba a entender que Dream Theater eran conscientes del reto y que no se iban a esconder. Y motivados por tal situación, el resultado ha sido un disco que intenta navegar por las diferentes etapas que ha tenido la banda desde su creación en 1.989. Pero claro, tal gesta requiere un nivel de inspiración muy elevado si uno quiere que el producto final acabe siendo homogéneo, y no un montón de buenos temas enganchados cual collage metálico. Por desgracia, hay que decir que esto es un poco lo que ha ocurrido con este disco. Un trabajo con buenas ideas y aún mejores intenciones, incluso con algún que otro momento brillante, pero que anda falto de cohesión. Para comprender el entuerto, nada mejor que un poquito de análisis detallado y pronto entenderéis mi postura.
El disco arranca con una intro épica, que encajaría perfecta en su etapa “Six Degrees of Inner Turbulence”, y que parece más propia de sus compañeros de batalla Symphony X que de los propios Theater. Acaba el calentamiento y nos arrojan a la cara “The Enemy Inside”, un corte duro, contundente, que nos recuerda a su etapa más potente, la del “Train of Thought”. Un tema carne de single (no en vano lo escogieron como tal), pegadizo y equilibrado, de fácil digestión y que te pone el cuerpo a tono, la parte final con Rudess y Petrucci en plena pugna no tiene desperdicio. Pero el corte en sí contrasta de una forma excesiva con la intro antes mencionada. Y el contraste es aún mayor con la siguiente “The Looking Glass”, uno de los mejores cortes del disco, que se remonta prácticamente a sus orígenes cuando las influencias de sus amados Rush eran mucho más patentes que ahora. Rematamos con “Enigma Machine”, instrumental que llega tras una década de sequía en canciones de esta índole (aunque no lo parezca), y que intenta emular por momentos aquel diamante que contenía su disco “Awake” llamado “Erotomania”, con una duración similar y colocada en el mismo lugar, tema número cuatro. ¿Casualidad? Yo no lo creo. Huelga decir que aunque es un excelente tema, no llega a las cotas de genialidad que desprendía el corte de 1.994.



¿Veis como no os engañaba?, cuatro cortes, cuatro épocas distintas, y claro, al final con tanto flashback uno acaba un tanto desconcertado. Una de las características que siempre ha definido a esta banda es en cada uno de sus trabajos siempre había una línea trazada, un objetivo a seguir sobre el cual se trabajaba, y los temas, dentro de sus pertinentes locuras progresivas, siempre andaban sujetos al patrón marcado. Y con esto no me refiero a que los discos fuesen forzosamente conceptuales, si no a que cuando uno entraba dentro del universo particular de cada lanzamiento sabía que de ahí no iba a salir, y que si pinchaba otro disco de ellos, aun siendo los mismos, la dinámica iba a ser distinta y discernir si uno u otro tema eran de uno u otro disco era una tarea relativamente sencilla. En el intento de recoger toda la esencia de Dream Theater en un solo disco, dicha premisa de la cohesión y compenetración entre temas se acaba perdiendo, y este sí creo que es un punto en el que tiene mucho que ver la ausencia de Portnoy.
Pero queda disco para rato, no estamos ni si quiera en el horizonte. La siguiente “The Bigger Picture”, un medio tiempo cercano a la balada tiene muy buenos momentos con un LaBrie muy cómodo (como de costumbre) en este tipo de cortes, al igual que en la balada que vendrá más adelante “Along For the Ride”. “Surrender the Reason” es uno de los cortes más experimentales del disco y otra vez posee momentos bastante retro (Rush total) que contrastan con una producción tan moderna. Si hay un corte que flaquea dentro del disco este es sin duda “Behind the Veil”, un tema algo sencillo y un tanto insulso que se podrían haber ahorrado sin problemas, aunque tampoco es cuestión de crucificarlos por meter un tema de relleno en un disco de más de una hora de duración.
Y en punto y aparte os comento el tema cierre del disco “Illumination Theory”, corte de veintidós minutos de duración, cosa siempre peligrosa, pues o se hacen muy bien las cosas o se puede acabar armando un follón importante. Pero claro, estamos hablando de Dream Theater, unos tíos curtidos en mil y una batallas de este tipo, así que tampoco hay por qué alarmarse. ¿Y qué tal si os digo que posiblemente sea el mejor tema del disco? Pues para un servidor así lo es. Veintidós minutos dan para mucho y estos señores no desperdician ni un solo segundo, partes contundentes y densas combinadas con sutiles pasajes épicos donde el mago Rudess nos atrapa el alma por completo. También habrá espacio para diversos duelos fratricidas entre él mismo y el monstruoso Petrucci, y la pertinente pincelada de neoclásico. La sección rítmica impecable como en el resto del disco, pues parece que no ha sido demasiado difícil que surja el entendimiento entre Myung y Mangini. Incluso LaBrie anda la mar de fino en este tema, subiendo algún que otro agudo pero sin llegar a irritar, una contención que se acaba agradeciendo.
Punto y final, toca ahora responder a las dos preguntas de inicio si es que no han quedado respondidas ya a lo largo de esta reseña. El trabajo de Mangini es impoluto, que el hombre es un crack ya lo sabíamos todos, pero la gran duda era saber si sería capaz de cuajar con una banda tan especial como Dream Theater, y sin duda lo ha hecho. El único problema reside, a mi entender, en que la batería suena por momentos excesivamente digitalizada, como si se les hubiese ido la mano en la producción, y no sé si ha sido voluntad del propio Mangini o simplemente una cuestión de los ingenieros de sonido.
Respecto a la segunda cuestión Petrucci y el resto han demostrada que son capaces de elaborar un disco de altura sin Portnoy en sus filas, aún y con la comentada tara de la cohesión general. Muy superior a su anterior “A Dramatic Turn of Events”, pero sin llegar a las cotas de magia y perfección que atesoraban todos sus trabajos de la década de los noventa y principios de nuevo siglo. Entonces ¿es necesario que vuelva Portnoy para que la banda nos vuelva a regalar una pieza de orfebrería, o serán capaces de hacerlo sin él? La cuestión está en el aire, pero por suerte, hasta que haya la posibilidad de resolver el enigma, esta vez sí que tenemos un muy buen trabajo en nuestras manos que nos hará disfrutar de los de Nueva York durante varios meses.

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